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domingo, 28 de septiembre de 2008

Gestión en aula un buen comportamiento.


Una de las principales preocupaciones de los educadores en las instituciones escolares ha sido, y aún continúan siéndolo, las cuestiones relacionadas con la indisciplina escolar. Por eso, el profesorado ha dedicado mucho esfuerzo y energia velar por el cumplimiento de unas normas, por el mantenimiento del orden, por hacerse respetar, etc. En definitiva, los profesores tratan de gozar de la autoridad suficiente para poder garantizar un buen funcionamiento del aula, poder controlar el comportamiento e sus alumnos y conseguir ue éstos les obedezcan, preferiblemente de modo sumiso, “sin rechistar”. Probablemente nos equivoquemos, como proclama Puig Rovira (1997) al desear ue nuestras aulas sean una balsa de aceite y todo se encuentre bajo control, pues la ausencia d conflicto uede ser señal de estancamiento e incluso regresión, ya que todo cambio implica necesariamente pasar por una situación de conflictividad.
Los teóricos de la
educación reconocen que el modelo del docente autoritario en las aulas conlleva a una situación inadecuada para garantizar el buen aprendizaje y desarrollo personal, social y emotivo de los alumnos, pues “Los tradicionales esquemas de enseñanza, concebidos desde la perspectiva del docente, están saturados de relaciones autoritarias e inflexibles y descontextualizadas de los acontecimientos sociales, económicos y políticos.”
La gestión del aula se acompaña de una supervisión preventiva o silenciosa en la que el profesor se anticipa a los posibles conflictos que puedan surgir, esto lo debemos de tomar e cuneta para nuestras futuras practicas, ya que debemos de prevenir y tener variantes para nuestras actividades. Hay que también utilizar el espacio y la tarea como estrategias de motivación para encauzar conductas inapropiadas. En esa supervisión destaca la referida a los grupos y al seguimiento del ritmo de trabajo de cada alumno. El profesor controla y gestiona al impulsar una forman de hacer y supervisar atentamente los diferentes movimientos dentro del aula, lo cual supone ser capaz d atender a varias demandas a la vez y poder valorar, en cuestión de segundos, lo pertinente o innecesario de cualquier acontecer que se de en el salón de clases. De ahí el gran stress que sufre el profesor que continuamente tiene que calcular la marcha del aula y actuar para el buen funcionamiento del conjunto del alumnado y del proceso de enseñanza aprendizaje que es lo que nos debe de interesar a nosotros como futuros docentes.

Todo esto lo debemos de tomar en cuenta y no solo dejarlo en nuestra memoria si no llevarlo a la práctica y actuar con una práctica reflexiva al momento.


Davis , Gary A. y Margaret A. Thomas (1992), “La gestión del aula”, en Escuelas eficaces y profesores eficientes, Roc Filella Escolà (trad .), Madrid, La Muralla (Aula abierta), pp. 113-126 y 142-145.

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